Proyecto "in memoriam" IV. La abuelita de Rosa


Pasar un rato con Rosa siempre es agradable. Aquí las fotos que hicimos para recordar a su abuela. Rosa nos habla de ella.



Mi abuela era como todas las abuelas del mundo, ni más ni menos.
 Nació en Astillero (Santander) a principios del siglo pasado y hace poco más de 13 años que murió en León, ciudad en la que
vivió desde los 22 años, vino en plena postguerra a una ciudad en la que no conocía a nadie, tuvo tres hijos, 8 nietos y 4 biznietos, fue una persona luchadora, se fue con 94 años, sin dar un ruido.
Yo fuí su primera y -única nieta, así todo no fui su preferida, ni ella mi abuela más querida, pero en sus años finales algo nos unió, ella me dijo un día que no quería que le llevase flores a la tumba, que quería que fuese a verla mientras estuviese viva, y surgió una relación que si bien fue tardía fue muy entrañable.

Ella no era una abuela al uso, o al menos eso me parece a mi, era seguidora del Racing, el equipo de su ciudad, y del Depor, estaba al tanto de los resultados del Ademar y de Sito Pons, me dedicaba canciones por la radio el día de mi cumpleaños (aquello de: “para Rosamari en el día de su cumpleaños de su abuela que la quiere”, con ella iba al cineclub Candilejas a ver películas de Buñuel en los 70, me enseñó a tejer, y me decía que tenía que encontrar un hombre bueno que me quisiese ….. (no sabía nada mi abuela).

Una tarde que había ido a verla no se como surgió la conversación de sus tiempos mozos, y me contó cosas que no sabía de su historia, de la mía, su padre era descendiente de el Bierzo, y estando en el seminario de Comillas conoció a una pasiega que le hizo cambiar de “vocación”. Ahí es dónde aparece Delfina, mi abuela, su madre murió al poco de nacer ella, y su padre se volvió a casar, pero el también murió y su madrastra se casó de nuevo y tuvieron varios hijos que resultaron ser sus hermanos y hermanas sin ningún lazo de sangre con ella, así todo siendo la mayor y teniendo que trabajar en el negocio familiar, tuvo siempre una relación estupenda con sus hermanos y hablaba de su infancia y juventud sin acritud. Con toda esta historia en su bagaje me contó, que lo peor que la había pasado en la vida era haber perdido a su hijo pequeño, ella que era viuda con 59 años, que tuvo que ir al funeral de uno de sus nietos, y así todo nunca perdió el buen humor.

Con 18 años conoció a mi abuelo, que debía de ser todo un galán, y casi 10 años mayor que ella, el viajaba mucho y con tres niños pequeños en uno de sus viajes de trabajo decidieron quedarse a vivir en León. Trabajó toda su vida sin jubilaciones, tenía taller de punto en casa, con algunas chicas que trabajaban con ella, todo León la conocía porque entonces esta ciudad era muy pequeña, con 59 años se quedó viuda con una pensión mísera y tuvo estudiantes en su casa para sobrevivir ( y ahora hablamos de crisis?), cuando íbamos a verla nunca nos falto un arroz con leche o la leche fríta que hacía como nadie, y alguna propinilla que gastábamos en el quiosco de enfrente de su casa.



Me da mucha tristeza recordar todo esto y otras tantas cosas que no se expresar, me acuerdo muchísimas veces de ella, y lo único que siento es no poderle decir que encontré ese hombre bueno que me quiere y que yo le decía que no existía ….. Abuelita, lo encontré !!!. Te quiero siempre.



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